


AURA: Más que música, una emanación. Desde el origen, cuando el lenguaje aún no tejía palabras, existía el movimiento. Un impulso primigenio, la necesidad de expresar lo inefable: el asombro ante el universo, el miedo a lo desconocido, la alegría del encuentro, el dolor de la pérdida. Ese movimiento, instintivo y visceral, fue la semilla de la danza, el primer aura humana.
Imagina las primeras comunidades, reunidas alrededor del fuego, centro de vida. Las llamas proyectaban sombras danzantes sobre las cavernas, un espectáculo mágico que inspiraba ritmos. Al son de tambores de piel y palmas, los cuerpos se movían, buscando conexión con la naturaleza, los ancestros, lo sagrado.
De esos movimientos nacía un aura, una energía palpable que envolvía a la comunidad. No solo el calor del fuego, sino una fuerza invisible que conectaba a cada individuo con el colectivo, el pasado y el presente. Esa herencia ancestral, ese eco primigenio, llega a nosotros, transformándose a través de los siglos.
En el sur de España, tierra de sol y duende, esa energía encuentra una nueva forma: el flamenco.
El flamenco, con su fuerza, pasión y emotividad, hereda esa danza ancestral. En el baile, la guitarra, el cante, resuena el eco de los tambores, la conexión con la tierra, la búsqueda de lo trascendente.
El aura del flamenco es la memoria viva de nuestros ancestros, la expresión de un sentimiento que trasciende tiempo y espacio.
AURA es un viaje a través de esas energías. Cada tema, una ventana a un mundo de sensaciones, una invitación a sentir la fuerza, pasión y belleza de este arte milenario, eco de las primeras danzas humanas.



